Henry Luque Muñoz

Henry Luque Muñoz

Bogotá 1944-2005

Uno de los más representativos miembros de la «Generación sin nombre» no sólo como creador sino como estudioso del fenómeno poético. Graduado en Sociología, Magister en Literatura. Estudioso de la poesía rusa. Ejerció la crítica literaria. Fue autor de ensayos, traducciones y compilaciones. Su obra está traducida parcialmente al inglés, ruso, alemán, francés, portugués e hindú.

Obra poética: Sol cuello cortado (1973); Lo que puede la mirada (1977); Libro de los caminos (1991); Tambor en la sombra, poesía colombiana del siglo XX (México, 1996), Antología desnuda (selección de Juan Manuel Ra), en la revista Golpe de Dados (julio-agosto 1997), Polen de lejanía (1988). Ensayos: Tras los clásicos rusos -Pushkin, Lérmontov, Gógol, Chéjov- (1986). Dos clásicos rusos -Turguéniev, Saltikov-Schedrín- (1989). Compilaciones: Narradores colombianos del siglo XIX y Domínguez Camargo, la rebelión barroca (1976). Biografía y crítica: Eduardo Castillo (1989). Coautor de la iconografía de poetas colombianos El poeta y su sombra (1991).

 

URBE

 

Cada noche soy llevado

a la morgue vuelto leña.

 

Allí me clasifican,

me dibujan una sonrisa.

 

Y a la mañana

me echan a andar por la ciudad.

 

 HISTORIA NACIONAL

 

Me alejé de casa

y alguien cambió los cimientos por víboras,

aguas negras crecieron

en vez de la orquídea anaranjada,

escorpiones selectos fueron traídos

por el Mandamás

para engalanar el balcón parlante,

el moho arrugó el mármol de las estatuas

y la rata trepadora fue coronada reina.

 

Así le ocurre a quien largamente

se alejó del origen.

 

 RESURRECCIÓN

 

Llamado al fin por la ceniza

el infeliz resolvió aceptar la señal de la cruz.

Acarició por vez última el agua de una música,

mientras dibujaba con su mano

la forma del adiós.

Horadó en su corazón un agujero

para llevarse al otro mundo todo el amor.

Ya amortajado en su amarillez

alguien tomó su cabeza

y en los oídos vertió el último poema.

El moribundo, hallando en la palabra

una fuerza más honda que la muerte,

se levantó, y con firme ademán,

avanzó hacia el silencio para abrazar la luz.