Bogotá, 10 de octubre de 1948
Hay caras extrañas,
hombres que papá nunca me presentó.
Todo me da susto,
y si salgo al centro
vuelvo rendida.
Además, este clima tan voluble.
No hay derecho; voy a trancar el portón
y morirme de la pena.
UNA NUEVA VIDA
Seguramente el día más indicado
para desmantelar la casa
sea el domingo.
Hay tedio suficiente,
y la necesaria tristeza
Así mismo es común la cobardía
de quien limpia paredes
con restos de alma.
Vendrán luego las preguntas,
y el remordimiento cayendo gota a gota.
Pero ni siquiera los buenos deseos
lograrán sobrepasar tanta asfixia.
Hay demasiados baúles;
será necesario esperar
hasta el próximo domingo.
BOGOTÁ, 5 P.M.
Esa hora neutra. Salones de té
con lámparas rosadas. El pianista toca
“En un bosque de la China
una china se perdió”.
Señoras de abrigo negro;
se desliza, con parsimonia, un camarero.
Se diría Alemania, en la época de Hitler.
CONSEJO PARA SOBREVIVIR
Ahora, cuando el trabajo es arduo,
no me eximas de nada.
La sed y su riqueza.
Extirpa todo relajamiento;
cualquier vana complacencia.
No te distraigas, centinela:
uno acaba por convertirse
en aquello que más detesta.
1974
ADIVINANZA
Reconoce con dificultad aquello que la rodea:
troncos una barca abandonada, la escollera.
Permanece horas, bajo el sol, muy quieta.
Aquello que oculta resulta tan evidente
como la modorra, después del almuerzo;
o la frescura de la ducha, quitándose la arena.
Sólo caricias, insistentes,
o cosquillas, en el cuello,
hacen que abandone su caparazón, por momentos.
Sin embargo, aún le tiene miedo a la luna
y las mareas. Hay que hablarle con afecto,
hasta que se duerme. Al día siguiente: agua fresca
y respirar despacio, mordiéndole la oreja.
Sólo pide que no la molesten; que la dejen quieta.
Ella sabe defenderse. De todos modos está ahí, inerme.
Ama la sombra, y la humedad de las baldosas.
A ellas vuelve, cada cierto tiempo. Allí permanece.
1974