Bogotá, 1920 – Washington, 2004
BLANCA TACITURNA
Que día de silencio enamorado
Vive en mi gesto vago y en mi frente.
Qué día de nostalgia suavemente
Solloza amor al corazón cansado.
Alta, dulce, distante, se ha callado
Tu nombre en mi voz fiel. Pero presente
Su turbia luz mi soledad lo siente
En todo lo que existe y ha soñado.
En la tarde vagando, voluptuoso
De horizontes sin fin, la lejanía
Me envuelve en tu recuerdo silencioso:
Claros cabellos, cuerpo, ojos lejanos,
Pálidos hombros. ¡Oh, si en este día
Tuviera yo tu mano entre mis manos!
Encantamiento sucesión de labios
Cadena
Cuerpo sin fin
Ola perpetua en mar sonando triste
Beso en rostro desierto
Casi piel casi mujer
Collares
Labios labios entreabiertos
Y sin embargo siempre hostil
Siempre vestida de impalpable
Atardecer como la lejanía
El viento el sol la nada donde habitas
La ausencia o la ficción con que
rodeas
Haces
Deshaces
TENDIDO EN EL LECHO
El mundo a tus sueños rendido.
La noche, distante aurora de otra tierra.
El mar y su salvaje
Tristeza de animal insomne bajo la luna.
Las olas que avanzan perseguidas
Como el amor indomable
Vagan en una vibración errante entre los aires.
Tú sientes en el pecho esas secretas
Reminiscencias puras de la vida.
Lejanas a los brazos
Y en el sueño próximas.
Y próximas más en esta hora,
En el íntimo abrigo de una habitación
Como al encuentro furtivo de dos amantes.
Lívida ante la sola desnudez deslumbrante.
Tendido de fatiga aquí en el lecho.
De los países extraños amaste
La belleza remota del otoño
Y el obstinado anochecer en el invierno
La ternura húmeda del paisaje
Tus pasos mudos en la ciudad descubierta
Tus pasos solitarios, el encuentro
De la adorable palidez como fantasma
Con el movimiento triste de los dedos
No apartes esa música
No despiertes a la vida:
Estas voces que el oído rozan como alas
Testigos han de ser del sueño a tus recuerdos.