José Asunción Silva

Silva Portada

Bogotá, 27 de noviembre de 1865 – 24 de mayo 1896

POEMAS

 

Del «Libro de versos»1891 – 1896

 

ARS

 

El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,

Un pensamiento puro,

En cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes

Como burbujas de oro de un viejo vino oscuro!

 

Allí verted las flores que en la continua lucha,

Ajó del mundo el frío,

Recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven,

Y nardos empapados en gotas de rocío

 

Para que la existencia mísera se embalsame

Cual de una esencia ignota

Quemándose en el fuego del alma enternecida

De aquel supremo bálsamo basta una sola gota!

 

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INFANCIA

 

Esos recuerdos con olor de helecho

Son el idilio de la edad primera

G.G.G.

 

Con el recuerdo vago de las cosas

que embellecen el tiempo y la distancia,

retornan a las almas cariñosas

cual bandadas de blancas mariposas,

los plácidos recuerdos de la infancia.

 

¡Caperucita, Barba Azul, pequeños

liliputienses, Gulliver gigante

que brotáis en las brumas de los sueños,

aquí tened las alas,

que yo con alegría

llamaré para haceros compañía

al ratoncito Pérez y a Urdimalas!

 

¡Edad feliz! Seguir con vivos ojos

donde la idea brilla,

de la maestra la cansada mano,

sobre los grandes caracteres rojos

de la rota cartilla,

donde el esbozo de un bosquejo vago,

fruto de instante de infantil despecho,

las separadas letras juntas puso

bajo la sombra de impasible techo.

 

En alas de la brisa

del luminoso agosto, blanca, inquieta

a la región de las errantes nubes

hacer que se levante la cometa

en húmeda mañana;

con el vestido nuevo hecho jirones,

en las ramas gomosas del cerezo

el nido sorprender de copetones;

escuchar de la abuela

las sencillas historias peregrinas;

perseguir las errantes golondrinas,

abandonar la escuela

y organizar horrísona batalla

en donde hacen las piedras de metralla

y el ajado pañuelo de bandera;

componer el pesebre

de los silos del monte levantados;

tras el largo paseo bullicioso

traer la grama leve,

los corales, el musgo codiciado,

y en extraños paisajes peregrinos

y perspectivas nunca imaginadas,

hacer de áureas los caminos

y de talco brillante las cascadas.

 

Los reyes colocar en la colina

y colgada del techo

las estrellas que sus pasos encamina,

y en el portal el Niño-Dios riente

sobre el mullido techo

de musgo gris y verdecino helecho.

 

¡Alma blanca, mejillas sonrosadas,

cutis de níveo armiño,

cabellera de oro,

ojos vivos de plácidas miradas,

cuán bello hacéis al inocente niño!…

Infancia, valle ameno,

de calma y de frescura bendecida

donde es suave el rayo

del sol que abrasa el resto de la vida.

¡Cómo es de santa tu inocencia pura,

como tus breves dichas transitorias,

cómo es de dulce en horas de amargura

dirigir al pasado la mirada

y evocar tus memorias¡

 

 

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CRISÁLIDAS

 

Cuando, enferma la niña todavía,

salió cierta mañana

y recorrió con inseguro paso

la vecina montaña,

trajo entre un ramo de silvestres flores

oculta una crisálida

que en su aposento colocó, muy cerca

de la camita blanca.

 

Y unos días después, en el momento

en que en ella expiraba

y todos la veían con los ojos

nublados por las lágrimas,

en el instante en que murió, sentimos

leve rumor de alas

y vimos escapar, tender el vuelo

por la antigua ventana

que da sobre el jardín, una pequeña

mariposa dorada.

 

La prisión, ya vacía, del insecto

busqué con vista rápida

y al verla vi de la difunta niña

la frente mustia y pálida

y pensé: si al romper su cárcel triste

la mariposa alada

la luz encuentra, y el espacio inmenso,

y las campestres auras,

al dejar la prisión que las encierra

¿qué encontrarán las almas?

 

(18 de marzo de 1883)

 

 

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NOCTURNO I

 

A VECES CUANDO EN ALTA NOCHE

 

A veces, cuando en alta noche tranquila,

sobre las teclas vuela tu mano blanca,

como una mariposa sobre una lila

y al teclado sonoro notas arranca,

cruzando del espacio la negra sombra

filtran por la ventana rayos de luna,

que trazan luces largas sobre la alfombra,

y en las alas de las notas a otros lugares

vuelan mis pensamientos, cruzan los mares

y en gótico castillo donde en las piedras

musgosas por los siglos crecen las yedras,

puestos de codos ambos en tu ventana

miramos en las sombras morir el día

y subir de los valles la noche umbría,

y soy tu paje rubio, mi castellana,

y cuando en los espacios la noche cierra,

el fuego de tu estancia los muebles dora,

y los dos nos miramos y sonreímos

¡mientras que el viento afuera suspira y llora!

……………………………………………………………

 

¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,

cuando sobre las teclas vuelan sus manos!

 

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NOCTURNO II

 

POETA, DI PASO

 

Poeta, di paso

¡Los furtivos besos!…

 

¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía

Allí ni un solo rayo… Temblabas y eras mía.

Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,

Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,

El contacto furtivo de tus labios de seda…

La selva negra y mística fue la alcoba sombría…

 

En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda …

Filtró luz por las ramas cual si llegará el día,

Entre las nieblas pálidas la luna aparecía…

 

Poeta, di paso

¡Los íntimos besos!

 

¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!

En señorial alcoba, do la tapicería

Amortiguaba el ruido con sus hilos espesos

Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;

Tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,

 

 

Tus cabellos dorados y tu melancolía

Tus frescuras de virgen y tu olor de reseda…

Apenas alumbraba la lámpara sombría

Los desteñidos hilos de la tapicería.

 

Poeta, di paso

¡El último beso!

 

¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!

El ataúd heráldico en el salón yacía,

Mi oído fatigado por vigilias y excesos,

¡Sintió como a distancia los monótonos rezos!

Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda,

La llama de los cirios temblaba y se movía,

Perfumaba la atmósfera un olor de reseda,

Un crucifijo pálido los brazos extendía

¡Y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!

 

 

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NOCTURNO III

 

UNA NOCHE

 

Una noche

Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,

Una noche

En que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,

A mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,

Muda y pálida

Como si un presentimiento de amarguras infinitas,

Hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,

Por la senda que atraviesa la llanura florecida

Caminabas,

Y la luna llena

Por los cielos azulosos, infinitos y profundos

esparcía su luz blanca,

 

Y tu sombra

Fina y lánguida,

Y mi sombra

Por los rayos de la luna proyectada

Sobre las arenas tristes

De la senda se juntaban

Y eran una

Y eran una

¡Y eran una sola sombra larga!

¡Y eran una sola sombra larga!

¡Y eran una sola sombra larga!

 

Esta noche

Solo, el alma

Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,

Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la

distancia,

 

Por el infinito negro,

Donde nuestra voz no alcanza,

Solo y mudo

Por la senda caminaba,

Y se oían los ladridos de los perros a la luna,

A la luna pálida

Y el chillido

De las ranas,

Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba

Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,

Entre las blancuras níveas

De las mortuorias sábanas!

Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,

Era el frío de la nada ….

Y mi sombra

Por los rayos de la luna proyectada,

Iba sola,

Iba sola,

¡Iba sola por la estepa solitaria!

Y tu sombra esbelta y ágil

Fina y lánguida,

Como en esa noche tibia de la muerta primavera,

Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de

músicas de alas,

 

Se acercó y marchó con ella,

Se acercó y marchó con ella,

Se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!

¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de

negruras y de lágrimas!…

 

 

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LOS MADEROS DE SAN JUAN

 

 

¡Aserrín!

¡Aserrán!

Los maderos de San Juan,

piden queso, piden pan,

los de Roque

alfandoque,

los de Rique,

alfeñique

¡Los de Triqui, triqui, tran !

 

Y en las rodillas duras y firmes de la abuela,

con movimiento rítmico se balancea el niño

y ambos agitados y trémulos están;

la abuela se sonríe con maternal cariño

mas cruza por su espíritu como un temor extraño

por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño

los días ignorados del nieto guardarán.

 

Los maderos de San Juan

piden queso, piden pan.

¡Triqui, triqui,

triqui, tran !

 

Esas arrugas hondas recuerdan una historia

de sufrimientos largos y silenciosa angustia

y sus cabellos, blancos, como la nieve, están.

De un gran dolor el sello marcó la frente mustia

y son sus ojos turbios espejos que empañaron

los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron

de cosas y seres que nunca volverán.

 

Los de Roque, alfandoque

¡Triqui, triqui, triqui, tran !

 

Mañana cuando duerma la Anciana, yerta y muda,

lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,

donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están,

 

del nieto a la memoria, con grave son que encierra

todo el poema triste de la remota infancia,

cruzando por las sombras del tiempo y la distancia,

¡de aquella voz querida las notas vibrarán!

 

¡Los de Rique, alfeñique

¡Triqui, triqui, triqui, tran !

 

Y en tanto en las rodillas cansadas de la abuela

con movimiento rítmico se balancea el niño

y ambos conmovidos y trémulos están;

la abuela se sonríe con maternal cariño

mas cruza por su espíritu como un temor extraño

por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño

los días ignorados del nieto guardarán.

 

¡Aserrín!

¡Aserrán!

 

Los maderos de San Juan

piden queso, piden pan,

los de Roque

alfandoque

los de Rique

alfeñique

¡Triqui, triqui, triqui, tran !

¡Triqui, triqui, triqui, tran !

 

 

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VEJECES

 

Las cosas viejas, tristes, desteñidas,

Sin voz y sin color, saben secretos

De las épocas muertas, de las vidas

Que ya nadie conserva en la memoria,

Y a veces a los hombres, cuando inquietos

Las miran y las palpan, con extrañas

Voces de agonizante dicen, paso,

Casi al oído, alguna rara historia

Que tiene oscuridad de telarañas,

Són de laúd, y suavidad de raso.

 

¡Colores de anticuada miniatura,

Hoy, de algún mueble en el cajón, dormida;

Cincelado puñal; carta borrosa,

Tabla en que se deshace la pintura

Por el tiempo y el polvo ennegrecida;

Histórico blasón, donde se pierde

La divisa latina, presuntuosa,

Medio borrada por el liquen verde;

Misales de las viejas sacristías;

De otros siglos fantásticos espejos

Que en el azogue de las lunas frías

Guardáis de lo pasado los reflejos;

Arca, en un tiempo de ducados llena,

Crucifijo que tanto moribundo,

Humedeció con lágrimas de pena

Y besó con amor grave y profundo;

Negro sillón de Córdoba; alacena

Que guardaba un tesoro peregrino

Y donde anida la polilla sola;

Sortija que adornaste el dedo fino

De algún hidalgo de espadín y gola;

Mayúsculas del viejo pergamino;

Batista tenue que a vainilla hueles;

Seda que te deshaces en la trama

Confusa de los ricos brocateles;

Arpa olvidada que al sonar, te quejas;

Barrotes que formáis un monograma

incomprensible en las antiguas rejas,

El vulgo os huye, el soñador os ama

Y en vuestra muda sociedad reclama

Las confidencias de las cosas viejas!

El pasado perfuma los ensueños

Con esencias fantásticas y añejas

Y nos lleva a lugares halagueños

En épocas distantes y mejores,

Por eso a los poetas soñadores,

Les son dulces, gratísimas y caras,

Las crónicas, historias y consejas,

Las formas, los estilos, los colores

Las sugestiones místicas y raras

Y los perfumes de las cosas viejas!

El pasado perfuma los ensueños

Con esencias fantásticas y añejas

Y nos lleva a lugares halagueños

En épocas distantes y mejores,

Por eso a los poetas soñadores,

Les son dulces, gratísimas y caras,

Las crónicas, historias y consejas,

Las formas, los estilos, los colores

Las sugestiones místicas y raras

Y los perfumes de las cosas viejas!

 

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MIDNIGHT DREAMS

 

Anoche, estando solo y ya medio dormido,

mis sueños de otras épocas se me han aparecido.

 

Los sueños de esperanzas, de glorias, de alegrías

y de felicidades que nunca han sido mías

 

se fueron acercando en lentas procesiones

y de la alcoba oscura poblaron los rincones.

 

Hubo un silencio grave en todo el aposento

y en el reloj la péndola detúvose al momento.

 

La fragancia indecisa de un olor olvidado

llegó como un fantasma y me habló del pasado.

 

Vi caras que la tumba desde hace tiempo esconde

y oí voces oídas ya no recuerdo dónde.

 

Los sueños se acercaron y me vieron dormido,

se fueron alejando, sin hacerme ruido

 

y sin pisar los hilos sedosos de la alfombra,

fueron deshaciéndose y hundiéndose en la sombra.

 

 

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De Poesías varias

 

SINFONIA COLOR DE FRESA CON LECHE

 

A los colibríes decadentes

 

¡Rítmica reina lírica! Con venusinos

cantos de sol y rosa, de mirra y laca,

y plícromos cromos de tonos mil,

oye los constelados versos mirrinos,

excúchame esta historia rubendariaca

de la princesa Verde y el paje Abril,

rubio y sutil.

 

El bizantino esmalte do irisa el rayo

las purpuradas gemas que enflora junio

si Helios recorrre el cielo de azul edén

es lilial albura que esboza mayo

en una noche diáfana de plenilunio

cuando las crisodinas nieblas se ven

a tutiplén.

 

En las vívidas márgenes que espuma el Cauca

-aúreo pico, ala ebúrnea- currucuquea

de sedeñas verduras bajo el dosel;

do las perladas ondas se esfuma glauca;

¿es paloma, es estrella o azul idea?…

Labra el emblema heráldico de áureo broquel

róseo rondel.

 

Vibran sagradas liras que ensueña Psiquis,

son argentados cisnes hadas y gnomos

y edenales olores lirio y jazmín

y vuelan entelequias y tiquismiquis

de corales, tritones, memos y momos,

del horizonte lírico nieve y carmín

hasta el confín.

 

Liliales manos vírgenes al son aplauden

y se englaucan los líquidos y cabrillean

con medievales himnos al abedul;

desde arriba Orión, Venús, que Secchis lauden,

miran como pupilas que cintillean

por los abismos húmedos del negro tul

del cielo azul.

 

Tras de las cordilleras sombras, la blanca

Selene, entre las nubes ópalo y tetras,

surge como argentífero tulipán

y por entre lo negro que se espernanca

huyen los bizantinos de nuestras letras

hasta el Babel Bizancio, do llegarán

con grande afán.

 

¡Rítmica reina lírica! Con venusinos

cantos de sol y rosa, de mirra y laca,

y polícromos cromos de tonos mil,

estos son los caóticos versos mirrinos,

ésta es la descendencia rubendariaca

de la princesa Verde y el paje Abril,

rubio y sutil.

 

Benjamín Bibelot Ramírez (Seudónimo)

 

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EL MAL DEL SIGLO

 

EL PACIENTE:

Doctor, un desaliento de la vida

que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,

el mal del siglo… el mismo mal de Werther,

de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.

Un cansancio de todo, un absoluto

desprecio por lo humano… un incesante

renegar de lo vil de la existencia

digno de mi maestro Schopenhauer;

un malestar profundo que se aumenta

con todas las torturas del análisis…

EL MÉDICO:

-Eso es cuestión de régimen: camine

de mañanita; duerma largo; báñese;

beba bien; coma bien; cuídese mucho:

¡Lo que usted tiene es hambre…!

 

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MADRIGAL

 

Tu tez rosada y pura, tus formas gráciles

de estatua de Tanagra, tu olor de lilas,

el carmín de tu boca, de labios tersos;

las miradas ardientes de tus pupilas,

el ritmo de tu paso, tu voz velada,

tus cabellos que suelen, si los despeina

tu mano blanca y fina toda hoyuelada,

cubrirte como un rico manto de reina;

tu voz, tus ademanes, tú… no te asombre:

todo eso está, y a gritos, pidiendo un hombre.

 

 

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A DIEGO FALLÓN

 

Cuando de tus estancias sonorosas

Las solemnes imágenes

En los lejanos siglos venideros

Ya no recuerde nadie,

Cuando estén olvidados para siempre

Tus versos adorables,

Y un erudito, en sus estudios lentos,

Descubra a Núñez de Arce,

Aun hablarán a espíritus que sueñen

Las selvas seculares

Que se llenan de nieblas y de sombras

Al caer de la tarde.

Tendrán vagos murmullos misteriosos

El lago y los juncales,

Nacerán los idilios

Entre el musgo, a la sombra de los árboles,

Y seguirá forjando sus poemas

Naturaleza amante

Que rima en una misma estrofa inmensa

Los leves nidos y los hondos valles.

 

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IDILIO

 

-Ella lo idolatró y Él la adoraba…

-Se casaron al fin?

-No, señor, Ella se casó con otro

-¿Y murió de sufrir?

-No, señor, de un aborto.

-¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?

-No, señor, se casó seis meses antes

del matrimonio de Ella, y es feliz.

 

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MARIPOSAS

 

En tu aposento tienes,

en urna frágil,

clavadas mariposas,

que, si brillante

rayo de sol las toca,

parecen nácares

o pedazos de cielo,

cielos de tarde,

o brillos opalinos

de alas suaves;

y allí están las azules

hijas del aire,

fijas ya para siempre

las alas ágiles,

las alas, peregrinas

de ignotos valles,

que como los deseos

de tu alma amante

a la aurora parecen

resucitarse,

cuando de tus ventanas

las hojas abres

y da el sol en tus ojos

y en los cristales.

 

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INTERROGACIÓN

 

Estrellas que entre lo sombrío,

de lo ignorado y de lo inmenso,

asemejáis en el vacío,

jirones pálidos de incienso,

nebulosas que ardéis tan lejos

en el infinito que aterra

que sólo alcanzan los reflejos

de vuestra luz hasta la tierra,

astros que en abismos ignotos

derramáis resplandores vagos,

constelaciones que en remotos

tiempos adoraron los Magos,

millones de mundos lejanos,

flores de fantástico broche,

islas claras en los océanos,

sin fin, ni fondo de la noche,

estrellas, luces pensativas!

estrellas, pupilas inciertas!

¿Por qué os calláis si estáis vivas

y por que alumbráis si estáis muertas?..

 

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EGALITÉ…

 

Juan Lanas, el mozo de esquina,

es absolutamente igual

al Emperador de la China:

los dos son el mismo animal.

Juan Lanas cubre su pelaje

con nuestra manta nacional;

el gran magnate lleva un traje

de seda verde excepcional.

Del uno cuidan cien dragones

de porcelana y de cristal;

Juan Lanas carga maldiciones

y gruesos fardos por un real,

pero si alguna mandarina

siguiendo el instinto sexual

al Emperador se avecina

en el traje tradicional

que tenía nuestra madre Eva

en aquella tarde fatal

en que se comieron la breva

del árbol del Bien y del Mal,

y si al mismo Juan una Juana

se entrega por modo brutal

y palpita la bestia humana

en un solo espasmo sexual,

Juan Lanas, el mozo de esquina,

es absolutamente igual

al Emperador de la China:

los dos son el mismo animal.

 

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